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La nueva sede viguesa de la Fundación Barrié de la Maza, primera muestra de la arquitectura mágica en España

Espacios libres, aparentemente vacíos y diáfanos en los que prima
la flexibilidad y la capacidad de transformación de la realidad a
través de simples mecanismos tomados de las cajas escénicas son la base de un nuevo concepto de arquitectura mágica que han inaugurado en España los arquitectos Luis Moreno Mansilla y Emilio Tuñón, artífices de la sede de la Fundación Barrié de Vigo. La nueva sede, que se inaugura en otoño, está ya en la última fase de arreglos después de un largo y cuidadoso proceso de restauración y reconstrucción de uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad olívica, el Gómez Román, ubicado en el centro de la urbe, donde también se encuentra la oficina central del Banco Pastor, entidad ligada a la Fundación Barrié.
El proyecto desarrollado por Tuñón y Mansilla se elaboró con un
absoluto respeto por el edificio histórico, de planta cuadrada, del
cual se aprovechó para la sede de la Fundación todo el ala en la que antiguamente se hallaba un patio interior. Este espacio fue
aprovechado para crear la sala principal que Emilio Tuñón definió
como la caja mágica y que ocupa unas tres alturas a efectos
prácticos.
En total la sede de la Fundación contará con cinco plantas, de las
cuales sólo cuatro se dedicarán a las actividades culturales que se
incluirán en la programación que la Fundación ideará para la ciudad
de Vigo. La última altura no será de acceso público pues alberga todo el sistema de máquinas "que permiten que todo el proyecto funcione", explicó Tuñón. Para relacionar esta última planta con el resto del proyecto, se creó un pequeño lucernario que permite el acceso de luz natural a la quinta planta que acogerá el salón de actos y un vestíbulo. Un espacio que ejemplifica lo que es la esencia de todo el concepto arquitectónico utilizado en el edificio pues se trata de una sala vacía, con una pequeña plataforma elevada al frente, de cuyo techo penden todo el conjunto de sillas que conforman el auditorio.
Este es uno de los mecanismos que dan sentido a esa expresión
arquitectónica que merece el adjetivo de "mágica", pues mediante un sistema de arneses y peines contrapesados se puede ordenar que estas sillas bajen o suban al techo y de este modo la sala se transforme al tocar un simple botón en función de las necesidades de la actividad programada. "En realidad todo surgió de la funcionalidad pues se necesitaba un lugar para almacenar todas las sillas de la Fundación y queríamos aprovechar todo el espacio disponible", aclaró Tuñón, quien señaló que él mismo se quedó sorprendido al ver el efecto artístico y "casi surrealista" que da a la sala "este concepto del mueble capaz de desaparecer". Del mismo modo, con mecanismos simples y muy visibles, se han ideado la cuarta y tercera planta de la sede que se destinarán principalmente a exposiciones y en las que los arquitectos han tratado de jugar con los ciclos de luz a los largo del día y su influencia en el estado de ánimo de las personas, así como en la forma de observar el arte.
Ambas salas cuentan con un techo a modo de damero de luces en el que se puede controlar la luz cuadro a cuadro, mezclando diversas tonalidades e intensidades. En las dos plantas existen vestíbulos, al igual que en las demás, que se han concebido como espacios flexibles, capaces de albergar pequeñas actividades como talleres o juegos para escolares.
El escenario central de este proyecto es al que se accede desde la
propia entrada de la sede de la Fundación. Tiene aforo para unas 200 personas, ocupa todo el antiguo patio interior del edificio histórico y posee la mágica capacidad de convertirse en múltiples espacios aunque a primera vista solo parezca un enorme cuadrado vacío. Tras tomar como referencia la tecnología teatral heredada del
siglo XIX, los artífices del proyecto, consiguieron dar con la esencia de un espacio totalmente transformable. Las placas horizontes de parquet del suelo ofrecen la posibilidad de moverse, subir y bajar
de manera conjunta o individual, para crear anfiteatros o superficies
de alturas diversas sobre las que realizar infinidad de actividades.
La sede se completa con una pequeña entreplanta para oficinas; dos ascensores, uno de ellos especial para grupos pues tiene el tamaño suficiente para introducir un piano de cola; un espacio en la entrada para tienda y expositores de publicaciones de la Fundación, así como taquillas, que conforman el espacio de transición de la fachada antigua restaurada a una construcción "radicalmente contemporánea". Según indicó el propio Tuñón, durante una visita a la sede, este proyecto radicado en Vigo "abre un camino novedoso en la arquitectura de toda España", pues evita trabajar sobre los cánones clásicos como puede ser la geometría y fundamenta sus bases sobre el espacio mecanizado y polimórfico.
R.